Nada es imposible… sólo hay que proponérselo

Este es un blog creado con una finalidad muy particular: Registrar y Planificar... Generar un registro de una historia en común y Planificar el futuro para disfrutar del presente y… del futuro. Conceptos como los de trabajo en equipo, cooperación, apoyo, desafíos, perseverancia, éxito, fracaso, debieran ser parte de las ideas que aquí se viertan. En realidad esperamos que sean muchas más...

jueves, julio 06, 2006

Montañistas imbéciles *


Cuando comencé en el montañismo sólo quería hacer un poco de deporte y meterme en en el mundo del andinismo, bastante caro, pero reconfortante por sobre todo. Al poco andar me di cuenta que este deporte va mucho más allá que el estado físico, es un deporte del alma… un día Cristóbal me preguntó para que estaba yo metida en esto, porque la verdad es que me lo sufrí todo (aún me queda, obvio) y yo le contesté… hago esto para ser mejor persona…
Creo firmemente que uno hace montaña con los amigos y uno se debe entregar por completo (en el buen sentido de la palabra) ser cooperarivo, buen compañero, tolerable, soportar ronquidos (Manuel), tener buen humor, ser amigo, en fin son muchas cosas que creo todos sabemos. Bueno no los lateo más y los invito a leer un texto que me llegó por ahí de una persona que tiene que aprender mucho todavía, así como yo de él…

Pame... Aprendiz

Montañistas imbéciles *

Mi abuela consideraba que los montañistas eran unos imbéciles. Este juicio se extendía, en realidad, a cualquier persona que practicara algún deporte que entrañara algún riesgo. Mi abuela no podía entender que alguien prefiriera arriesgar su vida en unos parajes hostiles en vez de estarse quietecitos en su casa, como Dios manda.

Yo, que algún cerro había escalado a la sazón, nunca pude hacerle entender los motivos que mueven al montañista a encaramarse por esas gélidas y desoladas rocosidades.

Estos deportistas aman precisamente enfrentar dificultades feroces, que sólo pueden superarse tras un largo y metódico entrenamiento y una planificación minuciosa. El placer de conquistar la cumbre, luego de un esfuerzo sostenido y profundo, es proporcional al sacrificio empleado. Como en todas las cosas. Por eso este deporte es muy formativo y directamente simbólico: con esfuerzo y perseverancia puede llegarse a cualquier meta, aunque esté escondida tras catedrales de piedra y hielo.

Recordemos al Papa Juan Pablo II escalando. Nietzsche era también un contumaz montañista y sus escritos están plagados de símbolos de montaña.

Es del deporte de montaña de donde saca precisamente Nietzsche la idea de que la felicidad se consigue con esfuerzo y sufrimiento; el éxito, con dolor. En la Gaya Ciencia señala “…si queréis disminuir y aminorar el sufrimiento de los hombres, pues bien: tendréis que disminuir también su capacidad para gozar”.
Hace unos días, en el Everest, sobre los 8.000 metros, unos cuarenta escaladores pasaron por el lado de un montañista británico que, agotado y sin oxígeno, agonizaba. Nadie se detuvo para prestarle auxilio y el inglés finalmente murió.

Edmund Hillary, el célebre alpinista que junto a Tenzing Norgay llegó a la cumbre del Everest por primera vez, declaró que la actitud con la que se escala hoy el Everest es un horror. "A la gente sólo le interesa llegar a la cima y no les importa lo más mínimo que alguien pueda estar en apuros. Durante mi expedición, de ninguna manera hubiéramos dejado a un hombre morir bajo una roca. Simplemente, no hubiera ocurrido. Si tienes a alguien que te necesita mucho y tú estás con fuerzas, entonces tu obligación es hacer todo lo posible para bajar a ese hombre, y el hecho de llegar a la cumbre se convierte en secundario".

¿Qué pasó con estos escaladores del Everest? ¿Qué buscaban allá arriba?

Parece que han extraviado la huella de Hillary y están más bien dedicados a escalar sus propios egos, de proporciones everestinas.

El deporte, en general, es un entrenamiento para la vida. En él se aprenden reglas de juegos que luego se aplican en todas las circunstancia de nuestra existencia: cooperación, esfuerzo, honor y sacrificio. A cualquiera que se le mencione algo tan difuso como el “espíritu deportivo”, se le vendrán a la cabeza estas ideas, y no un afán desmesurado por meter el gol sin fijarnos en los codazos asestados en el intento. Sin embargo, vemos que un grupo de montañistas parecen no haber entendido la primera lección del deporte.
Y el resto de nosotros, los que nos quedamos aquí abajo, ¿cómo andamos? ¿Vivimos nuestras vidas inspirados por el espíritu deportivo? ¿Trasudan nuestras relaciones personales lealtad, honor y cooperación? ¿Creemos que alcanzaremos la felicidad a través del esfuerzo y la dificultad?

Lo que pasó en el Everest es un síntoma de lo que está pasando en esta, nuestra sociedad de consumo. Corremos enceguecidos hacia lo que el resto de la sociedad nos indica que es la cima, usando como única brújula la vocinglería de los medios de comunicación, sin entender realmente hacia dónde vamos ni por qué. Sin ser capaces de entender que la verdadera cumbre suele estar a la vera del camino.

(*) Magíster en Derecho, Cornell Universit y Abogado. Guerrero Olivos Novoa y Errázuriz Profesor Derecho UC

1 Comments:

At 9:00 p. m., Blogger elgonzalez said...

Guena guena Aprendiz

 

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